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ALTA DIGESTIÓN

  |   En hores d'oficina, Elvira i Don Alberto

Don Alberto repasaba una y otra vez el artículo que hablaba de la prehistoria de General Motors. Cómo, al introducir el Chevrolet, el Buick, el Cadillac, se había iniciado -sin saberlo- el Marketing de la Gama de Productos derrotando al, hasta entonces, invencible Ford T.
Así un consumidor que accedía al Chevrolet aspiraba a un modelo superior y aún estando el Cadillac fuera de sus posibilidades futuras, era una ilusión -bendita ilusión- que le convertía en un cliente fiel a la marca y en definitiva a la empresa fabricante.
Qué fácil parecía con la visión de nuestros días. En cambio él estaba nervioso, convulsionado e hipertenso por tener que asumir y “hacer” a su División todos los cambios de la Compañía explicando una y otra vez que debía ser como un giro de 360 grados, con lo que ponía en evidencia sus escasos conocimientos geométricos.
Más que un giro proponía un mareo, pero él decía esta frase en todas las reuniones y se iluminaba su rostro con la autosatisfacción.
¿Frases? Frases… pero en realidad ¿Cómo sería capaz de realizar cambios en todas dicciones?
El análisis del pasado -escrito en los papeles- era fácilmente digerible. Sobre todo si la había escrito otro. La visión del presente le inquietaba, no podía dominar todos los resortes. Estaba en ello. Si algo se le escapaba, convocaba una reunión. Feliz solución: finalmente se acordaba día y hora para el próximo encuentro.
La visión del futuro le aterraba.
¿Cómo puede escogerse la cena comiendo el segundo plato del almuerzo?
El almuerzo fue abundante. Compartía mesa con Rafael Fuentes, el segundo cliente en importancia de su zona.
– Don Alberto, dígame, ¿se encuentra usted bien?
– Sí, sí… por supuesto… es que llevo unos días, ¡qué le voy a contar!… todo cambia y además de golpe.
– No, no, si digo de salud, como veo que se lleva la mano al estómago de vez en cuando… Verá, creo que, y perdone que toque un tema personal, no mezcla usted bien los alimentos.
– ¿Los alimentos?
D. Alberto se sonrojó creyendo haber sido sorprendido desabrochándose el botón del pantalón para darle un cierto respiro a su cintura. La hebilla del cinturón, estratégicamente preparada para su expansión perimetral, tapaba éste detalle.
– Sí Don Alberto, los alimentos. Si leyera a Michel Montignac, vería como glúcidos y lípidos son incompatibles en la misma comida dice él, no nos conviene.
– Pero yo siempre…
– Sí, usted y todos, ¿pero no es la hora del cambio? En la empresa también vale esta reflexión. ¿Combina usted el aumento de precios, la reducción de artículos de catálogo, despido de personal comercial y objetivos mayores en una reunión de ventas?
– Hombre, a veces todo va en contra.
– Pero no se le ocurrirá soltar todas las consignas seguidas.
– Con tacto diría una un día, y otra en otra ocasión, para que se pudiera digerir.
– Exacto Don Alberto, esto es un buen principio de ALTA DIGESTION.
– No se ponga azúcar…