Title Image

Blog

LOS VIEJOS PRINCIPIOS

  |   Editorial

No hay nada más práctico que una buena teoría.

 

Kurt Lewin nos lo recuerda al tiempo que nos hace dudar ante el exceso de información y doctos planteamientos que son de difícil aplicación.

 

El directivo se encuentra constantemente frente a su propia indefinición. Debe decidir de inmediato y se le presentan alternativas ante las cuales tiene la tentación de analizar, de estudiar todos los matices. Pero no puede hacerlo: le puede el tiempo y el siguiente tema. No se toma un respiro para decidir no decidir, para ausentarse de su papel y dejar viajar su mente hasta calmarla. Aquí se encuentra la nefasta urgencia que conduce al inevitable error.

 

Una teoría. Le hace falta una teoría para poder convertirla en soporte de su toma de decisiones. Pero ¿cuál?

 

Cualquiera será válida, dentro de un orden y del sentido común que debemos presuponer al directivo, y me permito comentar una.

 

Muy antigua, muy probada. Discutida y contrastada. Se trata de aplicar los viejos principios de la arquitectura. Decía Marco Vitruvio Polión que un edificio para merecer alabanza debe ser fiel a estos tres principios: Utilitas, debe ser útil; Venustas, debe ser bella; y Firmitas, debe ser sólida.

 

Fíjese, querido lector, que si ante cualquier planteamiento, decisión, cambio… usted pensara durante unos minutos: ¿será útil para la compañía lo que estoy haciendo…?, utilitas. ¿Será entendido como algo positivo y lo comunicaré de manera adecuada…?, venustas. Finalmente, ¿perdurarán los efectos de lo que formulo o el resultado será efímero y el esfuerzo no tiene justificación alguna…?, firmitas.

 

Si el directivo pensara en la respuesta a estas tres preguntas, las de una vieja teoría arquitectónica, le daría probablemente una visión inmediata de la oportunidad y de la conveniencia de su posible decisión.

 

En este número vemos comentarios y teorías esbozadas por diversos autores. Busquemos en ellas nuestra respuesta para evitar este mal endémico de la urgencia.