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LA GAVIOTA

  |   Reflexions Golf i Empresa

Se quedó quieta, tranquila. Es un poco descorazonador porque parecía intuir que mi driver no llegaba a alcanzarla. Debo confesar que era mi punto de referencia. En el centro de la calle, con el mar al fondo y el green a un par de golpes más, siendo conservador. No se movió y el slice fortuito esquivó con precisión a la gaviota.

 

Me vio llegar, arrastrando el carro, sudoroso y con el hierro cinco en mi mano. Con un suave impulso elevó el vuelo y se mantuvo planeando sobre mí, demostrando su habilidad de juego con el viento en contra. Sin esfuerzo, Con unos breves movimientos cambiaba su orientación. Se me apareció como una figura superior. Mis cálculos constantes de la brisa marina con un acto aprendido de arrancar un poco de césped y lanzarlo al aire, me parecían tan poco científico que me sentí ridículo. Solté los brazos y la bola voló. Bunker, lo sabía. Debería haber jugado un palo más.

 

La gaviota volvió a posarse en su lugar inicial.

 

No pude dejar de pensar en lo insignificante que somos cuando intentamos vencer las adversidades. Puede ser que en eso consista el golf. La búsqueda de transformar en aceptable lo que de antemano es casi imposible. No exagero.

 

Don Alberto explicaba esta historia ante un grupo de amigos que sabía de qué trataría su charla. Era un monotema, siempre hablaba de lo mismo. Es más, si alguien le cambia la conversación, inmediatamente la reconduce con una habilidad extraordinaria hacia su deporte favorito. (algunos dicen que obsesivo).

 

En esta ocasión introdujo a la gaviota, el viento, la naturaleza, la pequeñez del ser humano, el deseo de superación… Al menos sus palabras tenían alguna trascendencia. No se trataba tan solo del golpe fallido, del birdie o de la bola perdida en el raff.

 

El lunes volvió a su trabajo. Reunión del equipo de marketing. Se trata de buscar la imagen adecuada para la campaña. Escucha propuestas, conceptos, colores, slogans…
Creo que el color de fondo es el verde. Nuestro logotipo volando, como planeando sobre el resto de elementos. Líneas suaves, sin brusquedades. Que transmitan seguridad, dominio, serenidad. Al fondo, los obstáculos superados.

 

Afirmó con tanta convicción su idea que se hizo un silencio en la reunión que indicaba asentimiento. Nadie se atrevió a discutir la idea de Don Alberto. Elvira, su secretaria, bajó la cabeza y ocultó una mueca de complicidad. Ella sabía en que estaba pensando su jefe ya que la historia de la gaviota se la había repetido nada más llegar a la oficina. Pensó que la fuente de inspiración, últimamente casi la única, de Don Alberto era “su golf”. No quiso desvelar el secreto que compartían pero aprovechó un cruce de miradas para demostrar su asentimiento y complicidad.

 

Este deporte proporciona un gran número de ventajas. No se trata tan sólo de embocar, permite pensar, relacionarse con sosiego, caminar y buscar la verdad. ¿La verdad?, pregunta el lector. Sí, sí, la verdad que, si está en alguna parte, será en la contemplación tranquila de la naturaleza.